Parashat Vaerá: Celular o pensar

Por Rav Igal Snertz

Desde que Moshe habló con Paró, daba la impresión que la esclavitud empeoró. En realidad, era el comienzo de la gueulá.

Incluso los patriarcas, que no tenían ninguna duda sobre la providencia de Hashem en el mundo, no la veían. Como dice la Torá al comienzo de la parashá, Hashem se reveló frente a los patriarcas, pero no les mostró Su nombre. El nombre que representa la realidad completa, la justicia final.

No podemos ver como todo lo que sucede es parte de una estructura guiada, donde cada suceso es un componente integral del bien final. Un gran hombre es quien logra considerar lo que no puede ver.

La dificultad humana de ver más allá del momento y de unir cada fragmento a su contexto general, además de desafiar la emuná, es la debilidad esencial del ser humano y la causa de todas sus fallas.   

Si pudiéramos “ver” las consecuencias de nuestros actos, no sentiríamos la tentación de hacer nada prohibido o inconveniente. Si pudiéramos medir la importancia de cada uno de nuestros valores, en relación a los demás, si pudiéramos diferenciar entre lo principal y lo secundario, no tendríamos dificultades en la toma de decisiones.   

El desafío de la vida, es levantar la mirada y ver la realidad con una visión panorámica, considerar el futuro como el presente, y darle a cada componente de esa realidad su verdadero valor en el contexto general.

Los medios de comunicación, al transmitir ideas superficiales y parciales, son el peor enemigo del ser humano. En lugar de motivarlo a analizar y profundizar antes de tomar una decisión, lo seducen con imágenes y frases vacías. Transmiten noticias que desproporcionan la realidad, sacan eventos o expresiones de su contexto y juzgan sin investigar a fondo.

En las redes sociales, las personas se acostumbran a opinar con absoluta convicción, sin la más mínima información real del tema que están discutiendo. Se está creando una generación superficial y orgullosa, que no sabe pensar.  

El estudio de la Torá, en cambio, nos ayuda a ser humildes para reconocer los límites de nuestro entendimiento y, al mismo tiempo, nos motiva a cuestionar y pensar.