Parashat Reé: Ver la verdad

Por Rav Igal Snertz

רְאֵה אָנֹכִי נֹתֵן לִפְנֵיכֶם הַיּוֹם בְּרָכָה וּקְלָלָה

 (דברים יא, כו)

¿Qué hace que una persona sea tzadik y otra rashá?

Esa pregunta no corresponde al área filosófica, es una pregunta muy práctica y central. Si la respondemos correctamente, si descubrimos cuál es la clave para ser una gran persona, podemos lograrlo también nosotros.

Se suele pensar que la diferencia la hace la emuná. Sin embargo, el Saba miKelem  dice que esa no es la razón verdadera.  

El mundo está lleno de estímulos que pueden desviar a la persona del camino correcto. Tentaciones que cuesta controlar, molestias que cuesta tolerar, reacciones autodestructivas que cuesta contener. 

Es ilógico, pero es la realidad: el ser humano sabe cómo le conviene actuar pero, muchas veces, ignora las consecuencias de sus actos y hace exactamente lo contrario.

Los estímulos son tangibles, el placer que ofrecen es visible y la comodidad que proporcionan, inmediata. Las consecuencias, en cambio, son abstractas, invisibles y su beneficio, futuro.

¿Cómo trasmitir al corazón que, a pesar de todo, no conviene ignorar el futuro?

El secreto es visualizar, en la imaginación, las consecuencias futuras, buenas o malas, que nuestros actos producen. “¿Quién es el sabio? El que ve el futuro”.

La imaginación puede trasformar (en nuestros sentimientos) el futuro en presente. Podemos sentir que las consecuencias son reales y, así, superar toda tentación. La primera palabra que aparece en esta parashá, es “Ve”, porque no basta con conocer las consecuencias futuras: hay que “verlas”.

El tzadik, dice el Saba miKelem, es el que sabe usar, correctamente, su imaginación.